jueves, 16 de mayo de 2013

¿Cómo motivarnos? ¿Cómo motivar a otros? (Parte 4)

4. ¿Cómo influir en nuestra motivación o en la de los demás?

Una vez que conocemos cuales son los tres ingredientes de la motivación podemos preguntarnos ¿cómo influir en nuestra propia motivación o en la motivación de los demás?. Para ello debemos intervenir sobre alguno o cada uno de los tres factores de la fórmula:
Fuerza de motivación = deseos + valores (incentivos, metas) + facilitadores
El modo que utilizamos para intervenir en ellos es utilizando los recursos educativos básicos que vimos anteriormente: premios, castigos, modelado, información, sentimientos, razonamiento, repetición y eliminación de obstáculos.
A. ¿Cómo podemos intervenir sobre los deseos?
B. ¿Cómo intervenir sobre nuestros valores, metas u objetivos?
C. ¿Cómo intervenir sobre los factores facilitadores de la tarea?
      Primer objetivo: Intervenir en los deseos.
En relación a este objetivo pueden darse varios casos: que no existe tal deseo, que el deseo no está activado en la persona en ese momento dado (me gusta cocinar, pero no me motiva hacerlo en este momento), o en tercer lugar, tengo un deseo, está activado pero hay factores externos que impiden que se pueda conseguir (prohibición, imposibilidad física, imposibilidad económica, falta de capacidades o competencia, influencias negativas del entorno etc.).
  1. En el caso que quisiéramos hacer surgir un nuevo interés o deseo podríamos utilizar los siguientes métodos, teniendo en cuenta que no podemos crear deseos que no existen ya. En todo caso, los podríamos dar una dirección diferente.
A)     Podríamos asociar uno o cada uno de los tres deseos fundamentales (bienestar, vinculación social y ampliación de posibilidades) o sus derivaciones con alguna afición/actividad/interés ya consolidada, puesto que aún no se tiene el deseo y debemos hacer que surja. Sin embargo, habría que determinar cual de los deseos fundamentales será más fácil conectar y cuál resultará más eficiente.
  •      Por ejemplo, un adolescente con necesidad de sobresalir podríamos motivarle a que participe más en clase dándole la ocasión para que se luzca realizando una actividad que se le da bien (enlazando así su acividad que se le da bien con el deseo de sentirse competente, y todo ello con el aumento en la participación en la clase).
  •     Un niño con problemas de timidez podríamos motivarle a relacionarse más con sus compañeros valorándole delante de los demás niños en clase y facilitando situaciones de relación con otros (enlazando con el deseo de vinculación social y de aceptación).
  •     Podemos motivar a un niño a comer un alimento que no le gusta demasiado, dándole diferentes opciones de recetas y facilitándole su participación en la elección (enlazando con el deseo de autonomía y control)
B)      Mostrar que la actividad o interés que queremos motivar es un medio para conseguir algo que ya se desea.
       Queremos que Ana, que tiene 13 años,  se haga cargo de su perro. Ana está muy interesada en quedar con sus amigas después de hacer los deberes por las tardes (deseo de vinculación social – deseo de diversión). Para conseguir que Ana comience la actividad de pasear a su mascota, dejamos que salga con sus amigas pero sólo con la condición de que también lleve con ella a su perro. De esta manera asociamos su deseo de quedar con sus amigas con la actividad de pasear al perro. Con el tiempo, Ana podría pasar de no sólo querer sacar a pasear a su perro por el hecho de estar con sus amigas, sino también por la propia satisfacción de pasearlo y cuidarlo.
  1. Por otra parte está el caso que quisiéramos activar o intensificar un deseo fundamental que ya existe, pero que no está activado. Un procedimiento habitual es aumentar la privación o la conciencia de necesidad. Por ejemplo, mantener el interés de un niño por sus juguetes ofreciéndoselos de uno en uno.  
Segundo objetivo: Influir en los valores, metas u objetivos.
Una de las formas más eficaces de influir o intervenir sobre los valores u objetivos que queremos conseguir es darle un significado diferente y/o aumentar su atractivo.
El primer caso trata de cambiar el significado de la tarea, de que adquiera un valor diferente. Por ejemplo, podemos motivar a nuestro hijo a ayudarnos a cocinar, haciendo la tarea más interesante, buscando recetas divertidas y creativas o cocinar con alimentos que les guste especialmente y transmitiéndoles nuestro entusiasmo por hacerlo.  
En el caso de hacer más atractivo la meta u objetivo, podemos utilizar varios procedimientos. Por ejemplo, si la motivación de nuestro hijo para ayudarnos en las tareas de casa es en primer lugar extrínseca (conseguir dinero para comprarse alguna chuchería, cromos etc.), la motivación podría aumentarse aumentando el dinero que le damos (hay que tener en cuenta que utilizar únicamente el recurso educativo de premiar materialmente una conducta no es suficiente para interiorizar valores y normas educativas). También podríamos aumentar el atractivo ampliándolo y no sólo aumentándolo. Por ejemplo, no sólo aumentar el dinero que le damos sino utilizar también otros premios como el reconocimiento verbal, los elogios y palabras cariñosas. También podemos presentarlo de manera más atractiva: planteándolo como un juego o como una competición.
Tercer objetivo: Intervenir en los facilitadores.
Los facilitadores son elementos que fortalecen a los deseos y las metas, y facilitan el paso a la acción.
Un método para actuar sobre éstos podría ser el aumentar la sensación de competencia de la persona para la tarea y/o cambiar las creencias de la persona sobre tales competencias.

 Lo primero se consigue mediante el entrenamiento. Por su parte, respecto al cambio de creencias podemos destacar los siguientes:   
- El aumento de las expectativas. Si veo probable llegar a la meta, o sé que estoy teniendo el método adecuado, o experimento un progreso, me siento más animado.
- La conciencia de mi capacidad para alcanzar la meta. El sentimiento de competencia (la idea que tengo acerca de mi capacidad para enfrentarme con  una tarea) aumenta el poder de motivación.
- La facilidad de la tarea. Cuando pensamos que el trabajo para alcanzar la meta es fácil, nos sentimos más animados a emprenderlo. Pero si la tarea es demasiado fácil, nos aburre. Si es demasiado difícil, nos disuade.
- La atribución del control. Podemos atribuir nuestra acción a una causa externa, o a nosotros mismos. Si depende de los demás nos sentiremos menos motivados que si creemos que depende de nosotros mismos.
Igualmente se trata de eliminar los obstáculos que puedan estar impidiendo el paso a la acción. Por ejemplo, en el caso de motivar a estudiar a un adolescente, podríamos tratar de eliminar ciertos obstáculos, como dificultades para mantener la atención y la concentración, pensamientos o creencias sobre falta de competencia, falta de espacio y de lugar adecuado, ruidos etc. También podrían darse obstáculos

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