¿Quiénes participan en las situaciones de acoso escolar?
En las situaciones de acoso escolar intervienen al menos tres tipos de
personas:el agresor, la víctima y los espectadores. Las consecuencias son
negativas para todos ellos.
Agresor:
La característica compartida por los agresores es la falta de empatía, es decir, la incapacidad para ponerse en el lugar del otro, la no creencia en que sus actos repercuten en otra persona que los siente y padece como un tormento. A menudo el agresor puede llegar a pensar que la víctima se lo merece, pues las acciones de éste le han provocado y han provocado la reacción intimidatoria.
El agresor, a pesar de su
impopularidad entre los compañeros de clase, consigue con sus actos que su
posición en el grupo, su reconocimiento, mejore, demostrando ante los demás que
es fuerte al producir miedo. Estas sensaciones de popularidad y de poder, le
pueden llevar a consolidar y generalizar su patrón de agresor.
Para los agresores, las conductas de acoso
pueden hacerse crónicas y convertirse en una manera ilegítima de alcanzar sus
objetivos, con el consiguiente riesgo de derivación hacia conductas delictivas.
Víctima:
La víctima es aquel chico o
chica que sufre las agresiones. Entre las características compartidas por las
víctimas destaca la falta de competencia social,
la cual se refleja su dificultad para
saber comunicar sus necesidades claramente y para hacerse respetar por los
demás. A pesar de esto, debemos tener presente que puede acabar siendo víctima
cualquier chico o chica que no tenga el amparo de sus compañeros. Ante los ojos
del agresor, cualquier razón es suficiente para convertirse en víctima: los
rasgos físicos, la indumentaria, la capacidad intelectual, la sensibilidad
artística, los buenos resultados académicos, etc. En resumen, cualquier forma
de diferencia, de distinción, cosa que es realmente preocupante, puede
constituirse el germen de la intolerancia y la insolidaridad.
El maltrato produce estrés psíquico, lo que
constituye un problema grave para la salud de la víctima. No obstante, las
consecuencias más comunes son ansiedad, culpa, intranquilidad, miedo, falta de
confianza, disminución de la autoestima, soledad y, en algunos casos,
depresión. Todo ello interfiere en la
vida académica provocando, con frecuencia rechazo a la escuela, al juego en
grupo, dificultades de aprendizaje y absentismo.
Espectadores:
Los espectadores son las personas
que están presentes cuando se producen las conductas de acoso sin participar
activamente en ellas. Los observadores que no intervienen provocan más daño en
las víctimas, refuerzan al agresor y se hacen daño a sí mismos disminuyendo su
autoestima, fomentando sentimientos de impotencia, fatalismo y culpa, volviéndose
más insensibles al sufrimiento ajeno. El miedo a ser ellos mismos los atacados
por los agresores sirve de barrera psicológica para irse separando paulatinamente
de la víctima.